Los insecticidas botánicos forman parte de los productos vegetales derivados de sus metabolitos secundarios, por su forma de acción se clasifican en:
- Bioestimulantes y Enraizadores. Poseen sustancias que promueven el desarrollo de las plantas en sus primeras etapas. Aportan suplementos alimenticios; facilitan la absorción y el traslado de nutrientes; y estimulan una mayor y rápida formación de raíces. Se utilizan en la reproducción de plantas por esquejes y estacas.
- Biofertilizantes. Resultan de la descomposición o fermentación (mediante la acción de microorganismos) de materia orgánica disuelta en agua, transformando elementos que no podrían ser aprovechados directamente por las plantas en sustancias fácilmente asimilables por las mismas. Un buen ejemplo es el estiércol o los minerales. Promueven una mejor nutrición de la planta y, a partir de la misma, su resistencia a los ataques de insectos y enfermedades.
- Biofungicidas. Se preparan con elementos minerales y/o partes de vegetales que poseen propiedades para impedir el crecimiento o eliminar los hongos y mohos que provocan enfermedades en las plantas. Se aplican mediante rociado, pulverizado o remojado, en el caso de las semillas. El tratamiento puede realizarse de manera preventiva con el fin de proteger a la planta antes que se enferme o curativa cuando se presentan los primeros síntomas. Por su forma de actuar pueden ser:
- Protectores. Se aplican recubriendo la parte externa de la planta, y actúan como una barrera contra el hongo que potencialmente puede producir la enfermedad.
- Sistémicos. Actúan creando o dotando de defensas a las plantas por dentro. Son absorbidos a través del follaje o de las raíces y se movilizan a toda la planta.
- Bioinsecticidas y Biorepelentes. Los bioinsecticidas se preparan a base de sustancias naturales con propiedades reguladoras, de control o de eliminación de insectos plaga. Se extraen de alguna planta, de los propios insectos o pueden ser de origen mineral. Dentro de este grupo existen los microbiales, desarrollados a partir de microbios (bacterias, hongos, virus) capaces de producir enfermedades a ciertos insectos considerados plagas. Los más comunes y de uso para los agricultores son aquellos producidos a partir de infusiones, macerados, purines y decocciones. En líneas generales se considera que la planta que no es atacada por un insecto, puede convertirse en el ingrediente o insumo para su preparación.
- Los Biorepelentes se preparan a base de plantas aromáticas, que actúan manteniendo a los insectos considerados plagas, alejados de las plantas. Trabajan provocando un estado de confusión en los insectos que, naturalmente, se guían por olores que los orientan a la planta que los alimenta.
Los bioinsecticidas y biorepelentes poseen un bajo riesgo para la salud humana, son de bajo costo, se
degradan fácilmente, no afectan la fauna benéfica (insectos y otros organismos
que naturalmente actúan controlando a plagas y enfermedades) y no generan
resistencia en las plagas como sucede con los insecticidas y fungicidas químicos.
Como desventaja, su uso necesita mayor conocimiento de las propiedades de
las plantas, suelen poseer principios repelentes, y no tanto para la eliminación
de las plagas. Esto hace que sean más efectivos como preventivos que cuando
deben actuar combatiendo niveles importantes de infestación. Su efecto
dura pocos días y es necesario repetir su aplicación. Todo esto hace que sea
necesario incorporar la elaboración de los biopreparados con mucho tiempo en
la planificación del agricultor.
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